El Teatro Colón, una maravilla para los sentidos
“…Anoche tuvo lugar en Palacio una reunión animada, con el fin exclusivo de acordar las bases para la edificación de un teatro. Si acaso me alejo un poco de la política, para entregarme a asuntos meramente artísticos lo hago inspirado por el amor que siento por el teatro, ya que él hará olvidar un poco nuestra situación angustiosa y contribuirá al fomento del teatro colombiano…"
Así escribió en agosto de 1885 el entonces presidente de Colombia Rafael Núñez, cuando decidió dotar a la capital con un teatro de envergadura para convertirlo posteriormente en el centro cultural de la ciudad.
Y es que ante la belleza de este escenario la gloria del arte neoclásico se sobrepone a la modernidad que nos espera afuera de sus paredes. El teatro Colón se ha convertido en refugio de artistas que desean buscar en su interior esos inicios de la expresión cultural de la humanidad, remontarse al pasado y escudriñar en su alma como se sentían aquellos hombres y mujeres cuando se paraban en estos escenarios llenos de magia y belleza.
Así es como siento la atmosfera del teatro Colón ubicado en el centro de Bogotá iluminado por sus pinturas en la bóveda, sus dorados en cada uno de los balcones, sus monumentos y sobre todo su acústica.
La tarea también contó con la participación de pintores como Filipo Masteralli y Giusepe Menarini, además del tramoyista Giorgio Tofaloni. Fue así como en 6 años de trabajo y esfuerzo el teatro se construyó en un área de 2.400 metros cuadrados con detalles como la fachada de orden dórico, en piedra tallada y con tres partes separadas entre sí por dos cornisas también en piedra.
Es historia, es arte, es una bendición para los sentidos estar sentado en el Teatro Colón, por eso invito a todos los colombianos y a quienes nos visitan del exterior, que no dejen de ingresar a este maravilloso escenario y contemplen por si mismos la majestuosidad del arte.
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