Una muerte generacional que revive viejos miedos
Desde las guerras entre liberales y conservadores, la muerte de Gaitán, Pizarro, Antequera, Galán y Gómez Hurtado entre muchos otros, ahora se le suma una más.
Nos ven hace rato como una nación prospera, democrática, estable, con inversión, turísticamente un potosí; pero los lazos históricos del ADN asesino nos envuelven de nuevo y nos ponen en el mapa de democracias inestables.
Un joven que cargaba en su sangre el linaje político de su familia. A María Carolina Hoyos Turbay, la hermana de Miguel y a sus allegados, un fuerte abrazo de solidaridad en este difícil momento.
Compartí en el trasegar de la vida periodística con ‘Colola’ como le dicen sus más cercanos, gracias a mi amigo de infancia y de Colegio, Lukas Hoyos Arango. Miguel era aún niño, corriendo por los pasillos de esa gran casa en la zona de Santa Barbara en Bogotá, donde compartí un par de tardes.
Luego otros encuentros en el ámbito profesional con María Carolina como directora del Noticiero Nacional y después la acompañé en un viaje a la Guajira colombiana bajo el programa ‘Computadores para Educar’. Para entonces ella ejercía como Vice Ministra de Comunicaciones y yo como asesor para televisión desde la Secretaria de Prensa de la Presidencia.
Recordemos que tanto Miguel como María Carolina han sido golpeados por la violencia cuando el hoy político asesinado tenía 5 años y ella 18. La joven se enteró por la radio de la operación autorizada por el presidente César Gaviria para intentar liberar a su madre, secuestrada por Pablo Escobar en la decada de los noventas. Luego del rescate fallido fue encontrado el cuerpo sin vida de Diana Turbay.
Y ahora esto. Se repite la historia con un dato escalofriante, despojados de sus vidas en el mismo rango de edad, en sus cuarentas; y el hijo de Miguel, Julián, en la misma edad de su padre cuando su abuela fue asesinada.
Que dolor de patria. Otro aporte al remoquete que les mencionaba al inicio, esas marcas de agua que para desaparecerlas parece no estamos preparados o por lo menos retrocedimos de nuevo en todo lo que habiamos avanzado.
Solo deseo que la resilencia de esta gran familia colombiana nos sirva de espejo, que esos corazones que desde hace mas de tres decadas estan depurando ese perdon con la perdida de Diana, ahora van emprender ese mismo camino con la muerte de Miguel.
Por eso todos los colombianos deberíamos de alguna forma sostener ese peso con ellos, es nuestro dolor también, ahora es que debemos acompañarlos más que nunca, un ejercicio de patriotismo en masa.
Como colombiano desde el exterior reitero que la sociedad debe unirse y dejar atrás los actos de violencia no solo política, también en las selvas y montañas, en los pueblos y ciudades.
Desde acá veo como no solo los compatriotas sufren lo que nos pasa, los hermanos hispanos también nos preguntan y lo sienten, además de americanos y otras nacionalidades.
Nos siguen y nos oyen hace rato, por Shakira, Sofía Vergara, Juanes, Carlos Vives, Maluma o Karol G, pero también por allá en los recuerdos les sonaban las historias de atentados, bombas y combates, ruidos que hoy vuelven a cubrir el ambiente.
Soy consciente del desorden institucional que embarga a Colombia en esta parte de la historia debido a la inestabilidad gubernamental del actual mandato y donde muchos ojos apuntan lo acontecido con el joven Senador, pero creo que aun así las marcas continuarán y la idea es desmanchar nuestros corazones.
Paz en la tumba de Miguel Uribe Turbay, fuerza para los suyos y oraciones por Colombia.
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